La carta en la tumba
--> Y era de aquellos días, de aquellos momentos, de aquellas horas en las que solo se desea estar solo y nada más que solo. Tomar café, gente-palabras-bulla; caminar por las calles, gente-palabras-bulla. ¡Sí! Mi casa ¿Mi casa? Gente-palabras-bulla y el teléfono. Ansío desesperadamente más soledad, más silencio, menos gente. ¡¿Es que acaso no existe en el mundo un sitio para estar solo, a solas?! Solamente eso. No es domingo, es un día cualquiera en que el trabajo escasea. Necesito estar solo. Sé a donde ir. El silencio es mágico, no hay gente, todo es tranquilidad y no siento miedo. Mis pasos me llevaron al lugar de la eterna morada, de donde no se regresa. El cementerio. Gran espacio con muchas estancias y silenciosos habitantes, cantidad de nombres desconocidos, fechas y cruces abrazando el cielo. La insonora melancolía de marchitas flores decoran ni avanzar hacia donde no quisiera llegar, pero algún día seré parte de todo esto. ¿O